mercoledì 27 agosto 2014

Si deseas algo con todas tus fuerzas...

Desde que me inicié en el mundo del cake design la manga pastelera y en especial la glasa real han sido mi debilidad y en lo que me encuentro más cómoda. Hace casi tres años, viviendo en Italia, en una de las múltiples revistas que me compraba sobre cake design, descubrí la figura de Eddie Spence. Me impactó todo lo que vi en esas páginas, la delicadeza de sus trabajos, que inmediatamente me llevaron a pensar que ese señor era el mejor en glasa real.
Curiosa me puse a investigar sobre su figura en Internet. Encontré muy pocos datos y escasas imágenes pero di con un blog que desde entonces me quitó el sueño, el de Donatella Semalo. Leyendo sus post descubrí que había hecho un curso con el gran Maestro escocés. El trabajo de Donatella en glasa real es de una delicadeza y exquisitez infinitos, no ha dejado de superarse a sí misma en todo este tiempo y ello le ha valido en abril de este año la Medalla de Oro en el Cake International London Excel en la categoría Celebration Cake, además de haber colaborado directamente con Mr. Spence.
Recuerdo qué pensé en lo afortunada que era Donatella por haber podido hacer ese curso. En ese momento mi mayor aspiración a acercarme al legado de Mr. Spence era su libro, la Biblia del Royal Icing. Donatella ha realizado la traducción al italiano para Squires Kitchen y la tiene generosamente disponible en su blog. Ese fue mi libro de cabecera durante un largo período y el responsable de que pasara de la admiración a la adoración del Maestro. Yo iba practicando como podía, con mucha torpeza, intuyendo lo que el libro no podía trasmitirme. No dejaba de pensar en qué maravilloso sería poder ser alumna de semejante gigante.
Pensamientos, deseos que se te meten dentro hasta que un día el destino los vuelve maravillosa realidad.
Un día de febrero de este año estaba consultando en la página de PME, la estupenda escuela que me ha llevado hasta donde estoy hoy, y me encuentro con el anuncio de que Eddie Spence daría un curso de cuatro días en agosto. ¡Ay madre! Ya habían convocado otro en junio pero las plazas se agotaron en segundos, yo me enteré muy tarde... corrí a la zona de reservas, ni siquiera me planteé que no hubiera plazas y.... ¡¡¡¡había plazas¡¡¡. La odisea para la reserva online me la ahorro para no aburriros, pero fue casi un milagro que al final consiguiera mi plaza. El destino, quien o lo que fuera, quiso que ese día yo me conectara a Internet en el momento justo y que tocara cada vez más cerca con mis dedos el sueño que perseguía desde hacía tanto tiempo.
Seguramente no he preparado un viaje con tanta emoción como este, además volver a Londres siempre es un placer.
Llegar a la escuela PME el primer día de clase ya fue una emoción. Me hizo recordar todo lo que había vivido en 2013 cuando cursé su Master de 11 días. Llegué con bastante antelación y dando una vuelta por la tienda conocí a otra de las alumnas, Bea, de Hong Kong. Las dos igual de emocionadas, no podíamos creer que en breves minutos nos encontraríamos delante del Maestro.
Poco a poco empezaron a llegar el resto de las alumnas, todas chicas. De repente, sale el mismo Spence a recibirnos. Todo sonrisa, alegría, vitalidad. Nos saludó una por una, pero no con un saludo de cortesía, sino con verdadera emoción también por su parte. Nuca olvidaré ese primer encuentro.
Ronda de presentaciones en clase, alumnas de Singapur, China, Rusia, Inglaterra, Italia y España (un beso desde aquí a Susanna Ruggerini y Sandra Davila). No faltó una que mencionara que era un honor estar en esa clase y tener la oportunidad de aprender con el más grande.
La primera lección fue ¿qué es la glasa real?. Aprendí una receta que hasta ahora no había hecho, con albúmina en polvo. Me encantó ver el robot que usa para hacer la glasa, ¡¡¡¡mi Chef Kenwood!!!. Hago un inciso para enseñaros lo que me encontré en el escaparate de Selfridges&Co :))))))


England's answer to the American Kitchen Aid, oh yeah!!!!

Aprendimos a hacer mangas, controlar consistencias y empezamos a elaborar los collars para la parte superior y laterales de la tarta con la técnica run-out. La ternura con la que explica el Maestro es indescriptible, su máxima es: "enseña como enseñarías a un niño". Puedo decir que no me he sentido ni creo que me sienta más a gusto en una clase en mi vida. 


Cuando termina de explicar un ejercicio siempre cierra con las frases Don't struggle! Enjoy! su empeño es que aprendas disfrutando y trasmitirte todo el amor que él, desde que empezó con 14 años, siente por su trabajo. Cada pregunta que le haces se convierte en una lección magistral porque no sólo te responde, sino que te cuenta anécdotas de su vida, que no es una vida cualquiera, y aprovecha para explicarte una técnica nueva que en ese momento le apetece. Y tú ahí, recibiendo toda esa valiosa información bañada de la humildad que sólo los más grandes conocen.
Al día siguiente tocaban filigranas y presure piping. Bajo su manga iban naciendo pequeñas maravillas de glasa, cobraban vida con la más absoluta naturalidad, como por arte de magia. Silencio sepulcral en todo momento cuando el Maestro cogía la manga, casi ni respirábamos. 


Las pocas veces que las cosas no le salen como quieren puedes oírle decir Sugar! nada de palabras malsonantes o cualquier atisbo de enfado. Su sonrisa te la regala permanentemente, no sólo con sus labios sino también con sus pequeños ojos azules. Los breaks para la comida eran geniales, nos hacía reír muchísimo, él y su compañera Tracy, una persona excepcional que es su ángel de la guarda. Continuamente se dedican palabras de amor, gestos cariñosos, complicidad, son todo un ejemplo de felicidad.

El tercer día seguimos adornando los collars y realizando la figura que iría en la parte superior de la tarta. 




Mesa por mesa va corrigiendo, aconsejando y dando sus toques maestros, y te anima a que persigas la perfección, que sólo se consigue practicando.¿Veis el cuerno del querubín?, fue su manera de rematar mi figura, decidió darle un aire de sátiro. 
Y llegó el cuarto último día. Nos enseñó a decorar las placas para los laterales de la tarta de manera libre con presure piping. Su formación ha sido multidisciplinar, habiendo estudiado bellas artes y artes aplicadas y eso se nota mucho en cómo controla las anatomías, las proporciones, cómo equilibra las composiciones. Otra vez boquiabiertas viendo cómo su manga iba creando esos pequeños tesoros de glasa.
Tuve la suerte de que me realizara mi inicial, que decidí poner en el frente de mi tarta.


Y llegó la hora de unirlo todo haciendo acopio de toda la delicadeza de la que éramos capaces, con la recomendación del Maestro de que respirásemos (nos habló de un caso de una colaboradora suya que se desmayó durante un trabajo porque no respiraba de la tensión). 






Habíamos terminado el curso tan esperado durante tanto tiempo. En la entrega de diplomas no os digo lo emocionada que estaba, ya lo podéis ver en las fotos. Esos abrazos me arroparán por siempre, según escribo estoy llorando al recordarlo, cada una de sus sonrisas, cada palabra hacia mi trabajo permanecerán en mi corazón hasta el infinito y más allá. 



En sus palabras de despedida la satisfacción de saber que su legado está a salvo gracias a sus cursos, que sus técnicas de royal icing las está expandiendo por todo el mundo y vivirán por siempre. Intentaremos de alguna manera, Maestro, sembrar todas las semillas que nos has dado e intentar recoger el fruto perfecto como tanto nos has recomendado. Ojalá vuelva a encontrarte algún día, a ti y a la deliciosa Tracy. 

Termino este post y sigo llorando...